2a Corintios 6 (Comentarios)

2ª Epístola de Pablo a los corintios
Nueva Versión Internacional (NVI)

Capítulo 6

1 Nosotros, colaboradores de Dios, les rogamos que no reciban su gracia en vano. (Les hace dar por sentado, a todos los que lo reciben, que Saulo y los suyos son colaboradores de Dios, pero en realidad, es solo Saulo dando testimonio de sí mismo, recomendándose, por enésima vez, a sí mismo, para que sus extraviados seguidores, le sirvan de eco, a través de los pueblos y de las generaciones, haciéndoles creer que es enviado de Dios, directamente desde lo alto.) 2 Porque él dice: «En el momento propicio te escuché, y en el día de salvación te ayudé.» Les digo que éste es el momento propicio de Dios; ¡hoy es el día de salvación! (Les está haciendo creer que a través de él, de Saulo, es el momento propicio de Dios y el día de salvación. Es el arte de decir una palabra, la que reciben sus oyentes y lectores, con efectos diferentes en sus mentes. Es el más refinado arte de la falacia. El más genial maestro de los embaucadores del planeta, el número uno de los estafadores espirituales.)

Privaciones de Pablo
3 Por nuestra parte, a nadie damos motivo alguno de tropiezo, para que no se desacredite nuestro servicio. (No se detiene en dar testimonio de sí mismo, es insistente, es incansable, y así ha logrado que sus seguidores crean que es verdad, su grandioso y magistral engaño. El muy engreído, esparce como epidemia, el virus del mal ejemplo espiritual. Sus seguidores no ven que esto no se dice en el cristianismo. Se trata de no ser tropiezo, con humildad, a sabiendas de lo difícil que es, pero no se alardea, cual fariseo hipócrita. Esta actitud de alardear de Saulo, por el contrario, falazmente, es ser tropiezo para sus seguidores, que han copiado todas sus malas mañas espirituales, durante siglos, dentro de la iglesia de la gran Babilonia, la que ha traspasado las enseñanzas sagradas de Jesús, añadiéndoles como de Dios, las enseñanzas humanas del César romano espiritual, el grandioso Saulo.) 4 Más bien, en todo y con mucha paciencia nos acreditamos como servidores de Dios: en sufrimientos, privaciones y angustias; 5 en azotes, cárceles y tumultos; en trabajos pesados, desvelos y hambre. 6 Servimos con pureza, conocimiento, constancia y bondad; en el Espíritu Santo y en amor sincero; 7 con palabras de verdad y con el poder de Dios; con armas de justicia, tanto ofensivas como defensivas; 8 por honra y por deshonra, por mala y por buena fama; veraces, pero tenidos por engañadores; 9 conocidos, pero tenidos por desconocidos; como moribundos, pero aún con vida; golpeados, pero no muertos; 10 aparentemente tristes, pero siempre alegres; pobres en apariencia, pero enriqueciendo a muchos; como si no tuviéramos nada, pero poseyéndolo todo. (No tiene compasión de sus engañados, es impresionante la manipulación sentimental, a la que los somete, en las lisas frases de este párrafo. Es aterrador el descaro, con que da testimonio de sí mismo, se recomienda a sí mismo sin vergüenza, ante la sabiduría de Dios. Sus cartas son una oda a sí mismo, un canto de exaltación al grandioso Saulo, y sus seguidores ni se dan por enterados, que están siendo programados lingüísticamente, para ser presos adoradores del anticristo. Es el gran seductor de la humanidad, es abrumador su ministerio extraviador, es descomunal su cementerio, su fosa común de almas asesinadas sin piedad. Las almas de sus adoradores, las almas de sus seguidores.)
11 Hermanos corintios, les hemos hablado con toda franqueza; les hemos abierto de par en par nuestro corazón. 12 Nunca les hemos negado nuestro afecto, pero ustedes sí nos niegan el suyo. 13 Para corresponder del mismo modo —les hablo como si fueran mis hijos—, ¡abran también su corazón de par en par! (Otro tremendo lazo de cazador, para que en el caigan redonditos sus ingenuos seguidores. Les induce magistralmente, con argumentos sensibleros y románticos, con peligrosos llamados sentimentales, a que abran  sus corazones a las falaces enseñanzas de su ladino guia espiritual. Y vaya que lo ha conseguido por miles de años, es el más consumado artista del engaño.)

No formen yunta con los incrédulos

14 No formen yunta con los incrédulos. ¿Qué tienen en común la justicia y la maldad? ¿O qué comunión puede tener la luz con la oscuridad? 15 ¿Qué armonía tiene Cristo con el diablo? ¿Qué tiene en común un creyente con un incrédulo? 16 ¿En qué concuerdan el templo de Dios y los ídolos? Porque nosotros somos templo del Dios viviente. Como él ha dicho: «Viviré con ellos y caminaré entre ellos. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.» Por tanto, el Señor añade: 17 «Salgan de en medio de ellos y apártense. No toquen nada impuro, y yo los recibiré.» 18 «Yo seré un padre para ustedes, y ustedes serán mis hijos y mis hijas, dice el Señor Todopoderoso.»  (Es descarado Saulo, al  decir que él es templo del Dios viviente, es blasfemo, es anatema, cuando en  realidad es usurpador de su templo, el hijo del diablo, haciéndose pasar por el hijo de Dios. Por otra parte, Jesús formó yunta desigual con todos nosotros los incrédulos, por su misericordia. ¿Quién es Pablo, para decirnos, pretendiendo que esto sea palabra de Dios, que hagamos lo contrario que hizo con nosotros, nuestro Señor y Maestro? Esta enseñanza, si la tomamos como recomendación humana, es pasable, y hasta se puede tener en cuenta como consejo, que alejaría de sufrimientos inútiles a muchos. Pero si la convirtieron en palabra de Dios absoluta, universal e irrevocable, sin excepciones, entonces están volviendo a los tiempos del antiguo testamento, cuando Moisés les prohibió a los israelitas juntarse con los demás pueblos. El mismo Moisés, aquel que no cumplió su propia norma, y tomo una mujer gentil, una mujer cusita, aquel Moisés, que cuando fue juzgado por sus hermanos Aarón y María, salió airoso y perdonado de incumplir dicha norma. Es más, sus jueces sufrieron castigo de parte de “Dios”. A esta norma humana de Saulo, el grande, a todas luces le podemos aplicar miles de excepciones, como la de Moisés, para bien de los seres humanos. Pero si le dan el trato de palabras de Dios, a estas soberbias palabras humanas, se vuelve una norma discriminatoria, excluyente falta de amor de Dios. Por aplicar y seguir esta norma, los cristianos terminan creyéndose mejores que los de otras religiones y muy fariseos, muy hipócritas. Jesús, cuyas palabras si son universales, si sirven para todas las personas, en todos los lugares y en todos los tiempos, ese Jesús, con su “palabra de Dios” jamás diría semejante enseñanza, tan fácil de ser mal interpretada, tan  excluyente y tan falta de misericordia y de amor hacia los demás. Jesús te envía enseñanzas de misericordia, no de soberbia, como estas enseñanzas meramente humanas, nada divinas, dadas con la mejor de las intenciones, pero que han hecho tanto daño a tantas personas a través de los tiempos. Enseñanzas que son falaces, dadas en nombre de un Dios que se unió en yugo desigual con los humanos, a tal punto de dar su vida por nosotros, imagínese, que yugo tan desigual, y que ejemplo tan desigual al del grandioso Saulo.)