Gálatas 3 (Comentarios)

Epístola de Pablo a los gálatas
Nueva Versión Internacional (NVI)

Capítulo 3

La fe o la observancia de la ley
¡Gálatas torpes! (Saulo les baja la autoestima a todos sus miles de millones de lectores, a través de esta frase a los gálatas, puesto que todos sus sumisos seguidores, aceptan estas ofensivas palabras, como las palabras de “su Dios” como la “palabra de Dios”, que adefesio. Saulo lo hace para lograr que lo vean arriba de ellos, para afianzar su autoridad falsa sobre ellos, para enseñorearse sobre ellos. Los menosprecia y les dice torpes, les dice insensatos. Ambas palabras usadas en la traducción reflejan incapacidad de conocer. La rebaja de frente a todos. Esto lo aceptan de buena gana, sus ingenuos y serviles seguidores. Cunado Jesús hablaba de una generación adúltera y perversa, tenía todo el derecho de hacerlo, pues es el juez natural de la humanidad y aceptamos que Jesús tiene razón, somos adúlteros y perversos todos, aunque también nos llamó hijos de Dios. Jesús nos enseña entonces, que tenemos dos polos, el bien y el mal, no solo el bien, ni solo el mal, en ellos reside nuestro libre albedrío. Todos somos bipolares, según Jesús. El insignificante Saulo, al compararlo con Jesús, al lograr que le adoren estas palabras de juicio y ofensivas, como “palabra de Dios”, también está usurpando el trono de juez, de la humanidad, que solo le pertenece a Jesús, y a nadie además de Él.) ¿Quién los ha hechizado a ustedes, ante quienes Jesucristo crucificado ha sido presentado tan claramente? (Recordar que Saulo es el gran seductor y extraviador de la humanidad, autorizado por Dios, para poner a prueba a toda la humanidad a ver si se dejan extraviar de las palabras de Jesús.  Y justamente, para evitar que se den cuenta sus seguidores, les habla de artes de extravío, hechas a ellos, como si alguien los hubiera seducido, fascinado o hechizado con enseñanzas que no eran las de Saulo, y les predispone a aceptar, que la verdadera enseñanza del evangelio, es la de Saulo y no lo es la de otros evangelizadores. Obvio que puede pensarse aquí en una descalificación a las enseñanzas y autoridad de los doce apóstoles verdaderos. Les hace presuponer de antemano, a sus lectores, que él, Saulo, sí les presentó a ellos a Jesús, incluso cuando, en verdad, aparentando presentarles a Jesús, les estaba presentando a Saulo, estaba exaltando a Saulo. Si usted da por hecho que Saulo es veraz, estas frases no se evalúan, da por sentado que todas son verdad y que Saulo es un héroe, que lo ha “salvado” del error. Nada más lejos de la verdad. Pero si da por posible que no necesariamente Saulo es veraz, ni, mucho menos, sus palabras son la palabra de Dios, ve entonces la forma en que Saulo, magistralmente, los induce a error.)  Solo quiero que me respondan a esto: ¿Recibieron el Espíritu por las obras que demanda la ley, o por la fe con que aceptaron el mensaje? (¿De cuál mensaje recibido habla Saulo? ¿el mensaje de Saulo? Saulo los induce a creer, que con leer las epístolas que él les escribió, ya con eso recibieron, nada más y nada menos, que el Espíritu santo. Esto es una blasfemia contra el Espíritu santo, porque solo se recibe el Espíritu santo verdadero, con las palabras de Jesús, las de los cuatro evangelios, y las de nadie además de estas. Porque son ellas en sí mismas el Espíritu Santo, la palabra del Padre y de Jesús, que es su Espíritu. Solo en medio de los cuatro evangelios está el cordero, solo allí está la verdadera presencia de Dios. Si deseas estar en su presencia has de leer los cuatro evangelios. Ver apocalipsis 4:6-11) ¿Tan torpes son? (realmente les está diciendo torpes en sus caras, tanto a los gálatas, como a los miles de millones de desprevenidos lectores, durante estos largos dos mil años. Les está diciendo que son torpes, que son insensatos, incapaces de entender, si no creen que son divinas, estas palabras humanas del grandioso Saulo. Los está menospreciando en su capacidad de entender, los está condicionando, de tal forma, que si desconfían de la divinidad de las palabras de Saulo, “son torpes”. Tanto a los gálatas como a todos los miles de millones que han leído esta epístola, los ha confrontado diciéndoles que si dudan del carácter divino de las enseñanzas de Saulo, son unos torpes. Esto es programación de sus mentes.)  Después de haber comenzado con el Espíritu, (Saulo insiste que ya, con las palabras humanas de Saulo, recibieron la palabra de Dios, recibieron a Dios, recibieron el Espíritu santo, los engaña, con palabras fáciles de mal interpretar, a los gálatas y a los miles de millones de sus lectores sumisos.) ¿pretenden ahora perfeccionarse con esfuerzos humanos? ¿Tanto sufrir, para nada? (¿Sufrir quién? ¿Jesús o Saulo? Saulo les echa en cara, su supuesto esfuerzo, de gastarse su vida predicando, “el evangelio según Saulo”, el falaz evangelio del grandioso anticristo. Les está cobrando el esfuerzo y el haber sufrido por ellos. Es el colmo que no vean cuanta perfidia, cuanta falacia.) ¡Si es que de veras fue para nada! Al darles Dios su Espíritu y hacer milagros entre ustedes, (Saulo los induce a creer que ese espíritu, esas enseñanzas, son las de él, que les fueron dadas con milagros, también de Saulo, que crean en Saulo, por los milagros de Saulo. Les está haciendo creer que Saulo les dio el espíritu santo con las palabras de Saulo. Esto es usurpar el espíritu de Dios en las mentes de sus ingenuos seguidores.)  ¿lo hace por las obras que demanda la ley o por la fe con que han aceptado el mensaje? (Saulo repite esta misma frase falaz del versículo 2. A partir de esta frase mentirosa dan por hecho que al aceptar con fe las enseñanzas de Saulo, aceptaron a Jesús.)  6 Así fue con Abraham: «Le creyó a Dios, y esto se le tomó en cuenta como justicia». Por lo tanto, sepan que los descendientes de Abraham son aquellos que viven por la fe. En efecto, la Escritura, habiendo previsto que Dios justificaría por la fe a las naciones, anunció de antemano el evangelio a Abraham: «Por medio de ti serán bendecidas todas las naciones». Así que los que viven por la fe son bendecidos junto con Abraham, el hombre de fe. (Saulo, con estas sutiles palabras, amarra la fe de los cristianos, a que crean en sus enseñanzas, porque al hablar de esa fe, habla de la aceptación de las enseñanzas de Saulo. Si creen en Abraham, en la promesa, ellos reciben la fe por medio de Saulo y sus enseñanzas, que son su espíritu. Saulo toma cautivo a Abraham, y a la promesa, en estas frases de difícil inteligencia, para que sus seguidores den por hecho, que si creen en Saulo serán iguales a Abraham. Saulo no se hace de lado para que crean en Jesús. Saulo presenta a Saulo, todo el tiempo. Él usurpa el trono de las palabras de Dios, el trono del Espíritu santo, con sus propias palabras, con sus propias enseñanzas.)
10 Todos los que viven por las obras que demanda la ley están bajo maldición, porque está escrito: «Maldito sea quien no practique fielmente todo lo que está escrito en el libro de la ley». 11 Ahora bien, es evidente que por la ley nadie es justificado delante de Dios, porque «el justo vivirá por la fe». 12 La ley no se basa en la fe; por el contrario, «quien practique estas cosas vivirá por ellas». 13 Cristo nos rescató de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros, pues está escrito: «Maldito todo el que es colgado de un madero». 14 Así sucedió, para que, por medio de Cristo Jesús, la bendición prometida a Abraham llegara a las naciones, y para que por la fe recibiéramos el Espíritu según la promesa. (Saulo toma cautiva la enseñanza del verdadero evangelio Jesús, en las mentes de sus seguidores, con estas bien elaboradas frases, porque les hace creer que serán justos y vivirán por la fe, si creen en el supuesto Jesús que Saulo presenta, pero los desvía hacia Saulo, con astucia y finas falacias, y no se dan cuenta.)

La ley y la promesa
15 Hermanos, voy a ponerles un ejemplo: aun en el caso de un pacto humano, nadie puede anularlo ni añadirle nada una vez que ha sido ratificado. 16 Ahora bien, las promesas se le hicieron a Abraham y a su descendencia. La Escritura no dice: «y a los descendientes», como refiriéndose a muchos, sino: «y a tu descendencia», dando a entender uno solo, que es Cristo. 17 Lo que quiero decir es esto: La ley, que vino cuatrocientos treinta años después, no anula el pacto que Dios había ratificado previamente; de haber sido así, quedaría sin efecto la promesa. 18 Si la herencia se basa en la ley, ya no se basa en la promesa; pero Dios se la concedió gratuitamente a Abraham mediante una promesa. 19 Entonces, ¿cuál era el propósito de la ley? Fue añadida por causa de las transgresiones hasta que viniera la descendencia a la cual se hizo la promesa. La ley se promulgó por medio de ángeles, por conducto de un mediador. 20 Ahora bien, no hace falta mediador si hay una sola parte, y sin embargo Dios es uno solo. 21 Si esto es así, ¿estará la ley en contra de las promesas de Dios? ¡De ninguna manera! Si se hubiera promulgado una ley capaz de dar vida, entonces sí que la justicia se basaría en la ley. 22 Pero la Escritura declara que todo el mundo es prisionero del pecado, para que mediante la fe en Jesucristo lo prometido se les conceda a los que creen. 23 Antes de venir esta fe, la ley nos tenía presos, encerrados hasta que la fe se revelara. 24 Así que la ley vino a ser nuestro guía encargado de conducirnos a Cristo, para que fuéramos justificados por la fe. 25 Pero, ahora que ha llegado la fe, ya no estamos sujetos al guía. (Saulo usa algo verdadero, y un dato muy interesante, que primero vino la promesa a Abraham, luego vino la ley, y luego vino la gracia de Jesús. Pero en verdad la ley remplazó a la promesa, que en verdad no era para toda la descendencia de Abraham, puesto que el pueblo de Israel, no eran todos los descendientes de Abraham, la ley no era para los hijos de Ismael, ni para los hijos de Esaú, la ley era solo para el pueblo de Israel. Luego, la gracia de Jesús reemplazó a la ley, puesto que la llevó a la perfección, y los doce apóstoles no nos obligaron a seguir los mandatos de la ley de Moisés. Solo dejaron vigente de la ley “que se abstengan de lo que fue sacrificado a los ídolos, y de sangre, y de ahogado, y de fornicación”. Ver hechos 21:25. En esa fe en Jesús, que reemplazó a la ley, en verdad no hay que poner en práctica las enseñanzas de Saulo. Pero Saulo miente al apoderarse de la promesa y de la ley, con estas frases muy bien entramadas, para que los suyos se queden en la supuesta fe que Saulo les está enseñando, en muchos casos, con palabras que contradicen las enseñanzas de Jesús.)

Hijos de Dios
26 Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús, 27 porque todos los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo. 28 Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús. 29 Y, si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa. (Al leer estas inteligentes frases, sus seguidores, dan por hecho que la fe en Saulo es la misma fe en Cristo, y que el bautismo de Saulo  es el mismo bautismo de Cristo. Que el que reciba a Saulo como su Maestro celestial, aceptando que sus cartas son palabras de Dios, también recibió a Cristo al  recibir a Saulo. Aquí da a entender que siguiendo  a Saulo, son hijos de Dios. Esto es suplantación, usurpa el trono de Cristo. Pero es muy sutil. Y ha engañado y seducido a la mayor parte de la cristiandad, durante dos mil largos años.)