Epístola de Pablo a los efesios
Nueva
Versión Internacional (NVI)
Introducción
Saulo posiblemente no escribió esta epístola, según se lee, de los estudiosos del tema a través
de los siglos. Posiblemente la escribió algún discípulo de Saulo. Además, parce ser que esta epístola no
contenía la palabra Éfeso, en el texto de la dedicatoria, pues no aparece en
algunos de los manuscritos antiguos estudiados. Entonces halla uno muchas
hipótesis sobre los reales autor y destinatarios de esta carta.
Se dice
que es una carta impersonal, en la que faltan las habituales referencias
personales de Saulo hacia sus seguidores. No se leen en ella los consabidos
regaños, ni se lee la ególatra presentación del personaje importante y
autoritario, a través de sus frases, que
tanto mal ejemplo les han dado a los ingenuos seguidores de Saulo, los
cuales, repitiendo lo que hizo su adorado líder, asustan, ofenden y amenazan al
rebaño, creyendo que es una actitud autorizada por Dios. Pero es totalmente
opuesta a las enseñanzas de Jesús, el Dios único verdadero.
Claro
que la falta de ese lenguaje soberbio, ofensivo,
amenazador, la falta de ese fatal lenguaje, puede deberse a que esta carta
está dirigida, “por la historia”, a la iglesia más interesante para los seguidores
de Juan, el discípulo amado de Jesús, lo cual ha de haber intimidado a su autor,
y tiene que escribir con mucho cuidado. No puede andar por ahí ofendiendo,
menospreciando amenazando a los lectores, como acostumbran Saulo y los suyos.
Se da por hecho que Juan evangelista, era el presbítero de la iglesia de Éfeso.
Juan fue el que avisó que el anticristo ya estaba en el mundo, (1 Juan 4:2-3) contradiciendo las palabras de Saulo,
que escribió que el anticristo, manifestaría su identidad al final de los
tiempos en la segunda venida de Jesús, (2ª carta a los tesalonicenses 2:1-12). No
tomo del todo profético sobre sí mismo, este párrafo de la carta de Saulo,
puesto que, en apocalipsis, dice que el falso profeta, es decir el anticristo,
es decir Saulo, será atado por mil años para que haya un milenio de paz y
verdad en la humanidad. Obviamente, Saulo escribió que el falso profeta sería
reconocido solo al final de los tiempos, para que sus seguidores no pensaran
que el usurpador era Saulo, y aceptaran sus palabras como de Dios. Oh
ingenuidad la de los habitantes de la Tierra.
El lenguaje de la epístola también puede ser
diferente, por ser
dirigido a esa misma región del Asia menor, en la cual el Espíritu Santo le
prohibió a Saulo predicar, (Hechos 16:6-8), así fuera que después, con el
correr del tiempo hubiera ido al Asia, sin especificar si el Espíritu le había
retirado la prohibición, o si Saulo había desobedecido esta orden. Valga decir
que el Espíritu santo bien podía darle órdenes a Saulo, aunque trabajara para
el lado oscuro, siendo el anticristo camuflado. E incluso el Espíritu Santo,
puede darles órdenes a demonios, así como Jesús, hablando con el Espíritu santo
sin medida, que salía de sus labios, daba órdenes a los endemoniados y estos le
obedecían siempre, sin excepciones y se postraban ante Él. Queda pensar que, si
los espíritus impuros le obedecían siempre a Jesús, Saulo habría de obedecer
siempre al Espíritu Santo, y, por lo tanto, suponer que Saulo había sido
autorizado luego para ir y predicar en Asia menor. Pero en realidad pudo haber
desobedecido al espíritu Santo, pues Saulo es un humano, con libre albedrío, y
no un ángel, como los espíritus impuros que le obedecían a Jesús, sin libre
albedrío. Por lo cual pudo haberse dado que, inicialmente Saulo haya obedecido
la orden de no predicar en Asia, pero luego la haya desobedecido, y además de
todo, esta desobediencia estar en los planes de Dios, para poner a prueba a los
cristianos, a ver si se dejan extraviar, y traspasan las enseñanzas de Jesús,
para adorar como de Dios, palabras de hombres, como Saulo. Las epístolas a las
iglesias del Asia menor tienen, necesariamente, que reflejar estas situaciones
y en verdad son muy cuidadosas en sus falacias.
Este
detalle, de un lenguaje más respetuoso, es de importancia, más cuando se escribe
a personas conocedoras de la ley de Moisés en su mayoría, las de la región del
Asia menor, allí donde residían las
ovejas pérdidas de la casa de Israel, a dónde Jesús envió a sus discípulos, (Mateo
10:5-6) entre los cuales no estaba Saulo, que perdía su tiempo, tras los
pasos de un tal Gamaliel, el cual, siendo maestro en Israel, no reconoció a
Jesús como el Mesías. El nombre Gamaliel vale poco menos que nada en el
cristianismo, tal vez, sea recordado como el maestro fariseo, que enseñó al
anticristo a ser lo que es. Es un nombre del lado oscuro. Y Saulo usa ese nombre
de Gamaliel como una gran autoridad, para darse títulos de estudioso, para
extraviar a sus seguidores, pero en realidad Gamaliel era poco al pie de Pedro
y los doce, era poco al pie de José de Arimatea o de Nicodemo. Ellos si vieron
algo en Jesús, que los fariseos no podían ver, porque los fariseos y los
escribas eran ciegos, según Jesús.
Cuando
uno llega a la tierra, dos mil años después de los hechos, se encuentra con que le imponen adorar como palabras de Dios estas epístolas, buenas en sus
enseñanzas humanas, pero con evidentes errores, que las descalifican, como
para que un estudioso las acepte, como palabras absolutas, perfectas, eternas,
válidas para todos los seres humanos, en todos los tiempos y válidas en todos
los lugares de la Tierra, como deben de ser las palabras verdaderas de Dios. No
pueden ser palabras válidas para unos sí y para otros no. Ni pueden ser
palabras válidas en una época, pero en otra época no. He aquí la verdadera esencia
del problema del cristianismo que acepta la autoridad celestial de las palabras
de Saulo. Que llega uno a la tierra y le imponen creer que palabras de muchos
hombres, son palabras de Dios perfectas. Cuando en realidad son palabras
humanas inspiradas por Dios, en algunos de sus textos. Palabras humanas con
errores. Obviamente los cuatro evangelios, según Mateo, Marcos, Lucas y Juan, en
mi humilde investigación, están por fuera de estas consideraciones. Solo ellos
cuatro son, en sí mismos, “el verbo eterno” son “la palabra de Dios”. No son
humanos, sino que nos fueron enviados desde el Cielo, son extra terrestres y
usaron a Juan, a Mateo, a Marcos y a Lucas, para llegar a la Tierra. Ellos
cuatro son, en sí mismos, el Espíritu Santo que nos fue enviado desde el Cielo,
en nombre de Jesús. Todo esto lo han ignorado las naciones, durante largos dos
mil años, porque las falaces enseñanzas de Saulo han tejido un velo, en las
mentes de los seres humanos. Es que es el impostor, y no cualquier impostor
pequeño. Es el más grande de todos los tiempos y de todos los pueblos, el más
sagaz, el más astuto, el más sutil, el más grande artista del engaño.
En Demetrio de Éfeso, hay un detalle que
pasaría desapercibido para muchos, menos para los que están buscando señales,
de la identidad de Saulo como anticristo camuflado, si uno busca puntos de divergencia
de Saulo con Juan y Pedro, en detalles, porque enfrentamiento de parte de los
apóstoles no vas a hallar, puesto que Jesús les dijo que no arrancaran la
cizaña del huerto, que la dejaran crecer hasta el día final. Ese día, Saulo y
los suyos serán puestos en evidencia, y las gentes sabrán la perfecta
revelación del misterio del anticristo, por fin. Ese día “se lamentarán todas
las tribus de la tierra, y los que traspasaron las enseñanzas de Jesús para
irse en pos de enseñanzas de hombres como Saulo de Tarso” (Mateo 24:30 y Apocalipsis
1:7). Pedro y Juan, sin lugar a duda, son los dos más importantes presbíteros
del cristianismo. Por lo tanto, Saulo trataría de entrar en esas iglesias, de
Éfeso y de Roma, para pasar como autorizado por ellos dos. Esta misteriosa y
diciente divergencia es el nombre de Demetrio.
En Hechos 19:24 y 38, se relata un enfrentamiento entre Saulo y un tal Demetrio, elaborador de réplicas del
templo de la Diosa Artemisa. En esos párrafos Demetrio queda muy mal, como
enemigo del cristianismo. Totalmente basureado por Saulo. Pero Demetrio, el efesio, vuelve a aparecer,
en una alusión misteriosa, en 3ª de Juan 1:12, dónde dice: “Todos dan
testimonio de Demetrio, y aun la
verdad misma; y también nosotros damos testimonio, y vosotros sabéis que
nuestro testimonio es verdadero.” Esta frase de Juan da a entender que desea
hablar bien de Demetrio, como
cristiano, convertido y firme en el evangelio, desea corregir algo que no está
bien con respecto a Demetrio, desea
dejarlo en palabras para los siglos venideros. También esta frase da a entender
que hay testimonios que pasan por
verdaderos, pero no son verdaderos. Divergencia sutil de parte de Juan, el
presbítero de Éfeso, para con Saulo. Si partes de la base de creer que las
palabras de Saulo son la palabra de tu Dios, no ves tantas señales, y en el
fondo aceptas que Saulo es tu Dios, puesto que aceptas sus palabras como
“palabra de Dios”. Pero si buscas evidencias, señales, cabos sueltos, de la
verdadera identidad secreta del anticristo, en Saulo, los hallas, porque fueron
puestos ahí, por Jesús, por el espíritu Santo y por los apóstoles, para los
buscadores de la verdad. Demetrio,
el efesio, es una de esas sutiles señales que nos dejaron.
Aunque
no haya sido escrita por Saulo, las
tradiciones atribuyen esta carta a Saulo. Esta carta pertenece al grupo de
las catorce epístolas atribuidas a Saulo, usurpadoras del trono de Dios. 2ª a
Timoteo 3:16-17, es la escritura, mal interpretada por los teólogos, desde la
que se basan para decir, que todas las palabras del libro llamado biblia, son
la palabra de Dios, y no es verdad. Solo las palabras de los cuatro evangelios
son la palabra de Dios. Los demás libros de la biblia son palabras humanas
inspiradas por Dios en algunos de sus apartes, pero no en su totalidad, y no
son eternas. Porque ni na tilde pasara de la ley hasta que todo se cumpla, pero
cuando todo se cumpla, pasará la ley. Además el cielo y la tierra pasarán pero
las palabras de Jesús, que son los cuatro evangelios, no pasarán.