Epístola de Pablo a los gálatas
Nueva Versión Internacional (NVI)
Introducción
Galacia era una región con muchas iglesias, no era una
ciudad. Esta epístola está dirigida a todas esas iglesias “elegidas del Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia”,
como las llamó Pedro en 1ª de Pedro 1:1 13; y como las confirma en 1ª de Pedro
5:13: “Os saluda la Iglesia de Babilonia, partícipe de vuestra elección, y
Marcos, mi hijo”. También son las mismas iglesias elegidas por Jesús, al enviar
a sus discípulos, a predicar, no a Jerusalén, ni a los gentiles, sino ir y
predicar “a las ovejas pérdidas de la casa de Israel”, que eran los judíos de
la dispersión, que se habían desplazado a vivir en esa misma región. Ver Mateo
10:5-6. También estaban asentadas en esa misma región las siete iglesias
“elegidas que están en Asia” del apocalipsis, escrito por Juan. ver Apocalipsis
1:4,11 y 20. En resumen, las iglesias elegidas de Jesús, de Juan y de Pedro.
El
Espíritu Santo le prohibió a Saulo predicar en estas iglesias, del Asia menor,
donde hoy en día se llama Turquía, según está escrito en Hechos 16: 6-7. Esto
no es capricho divino, ni es algo sin relación, con la elección explícita de
estas iglesias y su prohibición a Saulo predicar en ellas. Aunque después el
mismo Saulo viajara a algunas de las iglesias de esa región, quedó escrito que
el Espíritu Santo le prohibió al grandioso Saulo predicar en esas iglesias
“elegidas”.
Se
espera, por tanto, que los énfasis en los temas de esta epístola a los gálatas,
también en la de los colosenses y en la de los efesios, sean más “bien elegidos”
que de costumbre en Saulo. Estas tres epístolas son las que a continuación
serán comentadas. Esperamos ver un lenguaje más trascendente, más teológico,
con menos “tonterías” y menos sensiblerías emocionales, que el tramador
lenguaje de las dos epístolas a los corintios, gentiles ellos no iniciados en
la historia del pueblo de Israel, a los cuales menospreció y manipuló como
quiso. Y, así y todo, se hace llamar de ellos “el apóstol de los gentiles”.
Al
estudiar la historia, “se lee que hay mucha similitud entre colosenses y efesios”.
“Se lee que le epístola a los efesios en verdad se llamaba “a los laodicenses”,
que en verdad no era dirigida una iglesia en especial, sino que iba sin título
y que fue repartida en toda Asia”. Todos estos detalles, también nos permiten
considerar toda esta especialísima región como un todo, como la veían Jesús,
Juan y Pedro. “También se lee, que la autoría de “efesios” no es aceptada por
todos los estudiosos, como de Saulo, que posiblemente haya sido escrita por uno
de sus discípulos, y atribuida a Saulo”. Pero como hace parte de este grupo de
epístolas, que los cristianos han llamado su “Palabra de Dios”, entonces hace
parte integral de la gran suplantación y la falacia que ha extraviado al mundo
entero.
Valga
decir que, si no pretendieran que estas epístolas son “la palabra de Dios”, no
habría ni el más mínimo problema con ellas. Serían valiosas enseñanzas morales,
y sublimes verdades sobre Dios, pero sujetas al normal error humano. Serían
grandes obras literarias. Su único problema es que pretenden que las personas
acepten que son palabras iguales en valor a las de Jesús. Esa es la
suplantación, eso hace que Roma sea la gran Babilonia, la ramera que adora a
Jesús y adora, como palabras de Dios, las enseñanzas de Saulo, un
insignificante ser humano al lado de Jesús, un humano como cualquiera, que
escribió inspirado por Dios, a veces, pero a veces escribió de su propia cuenta.
El que haya escrito verdades sublimes, inspirado por Dios, eso no hace esas
palabras iguales a las de Jesús, es solo un profeta con aciertos y errores,
como todos los demás profetas, ni más, ni menos. Y vaya que hay bastantes
errores humanos en todas esas cartas atribuidas a Saulo y a sus seguidores.