2a Corintios 2 (Comentarios)

2ª Epístola de Pablo a los corintios
Nueva Versión Internacional (NVI)

Capítulo 2

1 En efecto, decidí no hacerles otra visita que les causara tristeza. 2 Porque si yo los entristezco, ¿quién me brindará alegría sino aquel a quien yo haya entristecido? 3 Les escribí como lo hice para que, al llegar yo, los que debían alegrarme no me causaran tristeza. (La visita que, según Pablo es seguro que les causará tristeza, no es por el amor de igual a igual, entre siervos de Jesús, el amor a alguien por su misericordia, por su amabilidad, por sus valores cristianos, como la humildad. Es al contrario, por la vergüenza hacia alguien con tanta autoridad y tanta supuesta santidad, que los reprende porque está por encima de ellos. Bastante lejos del amor de Jesús. Y esta es la forma en que los pastores de las iglesias de Babilonia, la grande, la de Saulo, se han enseñoreado del rebaño, durante dos milenios. Ya basta de tanta ignorancia y errores sembrados en las mentes humanas.)  Estaba confiado de que todos ustedes harían suya mi alegría. 4 Les escribí con gran tristeza y angustia de corazón, y con muchas lágrimas, no para entristecerlos sino para darles a conocer la profundidad del amor que les tengo. (Para nada importa que Pablo nos ame, o no nos ame. El usurpador Pablo NO es el mesías. ¿Qué hace este farsante, llamando tanto la atención de los corintios sobre su insignificante persona?  Con estas atrevidas fanfarronerías, ha llamado la atención de miles de millones de sus lectores desprevenidos durante veinte siglos, extraviándolos del verdadero cristianismo, con falacias que sus seguidores no han percibido. Que gran alharaca sobre sensiblerías y tonterías. “Que me quieren, que no me quieren, que me ofendo, que no me ofendo”. Estupideces con las que les da a comer basura espiritual, a cambio de quitarles las sublimes enseñanzas de Jesús. Nada del párrafo anterior debió  haber sido escrito, o recibido, como palabras de Dios. Más parece una novela sensiblera, muy lejos de las enseñanzas de Jesús sobre el amor, sobre la misericordia, sobre la sabiduría.)

Perdón para el pecador
5 Si alguno ha causado tristeza, no me la ha causado sólo a mí; hasta cierto punto —y lo digo para no exagerar— se la ha causado a todos ustedes. 6 Para él es suficiente el castigo que le impuso la mayoría. 7 Más bien debieran perdonarlo y consolarlo para que no sea consumido por la excesiva tristeza. 8 Por eso les ruego que reafirmen su amor hacia él. 9 Con este propósito les escribí: para ver si pasan la prueba de la completa obediencia. (Ay, ay, ay, qué tan importante es el farsante Saulo en  su religión propia, la de los que adoran  sus palabras. Cómo con lazos de oro les teje las cadenas y los amarra a ser obedientes a él.  Que si lo ha entristecido un pecador, o que si no lo ha entristecido. Con estas cursilerías, sigue inflando su personaje ficticio, dando por sentado el real lugar del importante Pablo, el director de la iglesia, el superior. Figura falsa de supuesto hombre importante, de gran líder, de gran  director, que han copiado, ingenuamente sus seguidores, a todos los niveles, en su religión, llamada la gran babilonia, la del romano, la del perseguidor, la que ha tenido cautiva la verdad de Jesús durante largos dos mil años. De ahí los frutos amargos de esta religión de Babilonia, la que adora las enseñanzas del gran Saulo como si fueran las mismísimas palabras de Dios. El anticristo Saulo se yergue como el grande delante de ellos y no ven ni les interesa más Jesús, el cual se les pierde de vista con su humildad y su negación de sí mismo. Se levanta el gran Saulo, como juez juzgador y como juez magnánimo, obviamente.)  10 A quien ustedes perdonen, yo también lo perdono. De hecho, si había algo que perdonar, lo he perdonado por consideración a ustedes en presencia de Cristo, 11 para que Satanás no se aproveche de nosotros, pues no ignoramos sus artimañas. (Ni se dan cuenta de la falacia sus ingenuos seguidores. Les habla desde arriba de ellos, no como igual, sino que baja, con sus cartas, hasta donde ellos quieran perdonar, allá abajo en el pueblo que él dirige, según él, para decirles que, aunque él es superior a ellos, él se rebaja y perdona lo que ellos perdonen. Aumenta aún más el nivel de engaño, al decirles que ese perdón es en la mismísima presencia de Cristo. Que hombre tan importante que mora en la presencia de Cristo y toma decisiones tan altas en nombre de Cristo, y Cristo le obedece a él, aceptando lo que tan importante ser humano  decrete. Falso. Falaz. Embaucador. Y remata su engaño con una doble jugada, diciéndoles que él está delante de Cristo, para que el diablo, no  se interponga entre ellos y Cristo con sus artimañas. Aquí habla de sí mismo, como que Saulo es la artimaña del diablo en persona, el usurpador, diciéndoles que está ahí, entre ellos y Cristo, para defenderlos del engaño. Que artista del engaño tan consumado es. Y ¿cómo va a ignorar Saulo las artimañas del diablo, si él es el que las está tejiendo?)

Ministros del nuevo pacto
12 Ahora bien, cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, descubrí que el Señor me había abierto las puertas. 13 Aun así, me sentí intranquilo por no haber encontrado allí a mi hermano Tito, por lo cual me despedí de ellos y me fui a Macedonia. (Esto es mucho inventar situaciones. Pues sucediera lo que sucediera, Saulo iba a decir que al llegar a Troas, había descubierto que Cristo mismo en persona, Él, le había abierto las puertas. Esto da risa que se lo crean; como si hubieran  estado cerradas las puertas. Estas frases crean realidades en las mentes de sus ingenuos seguidores. Frases que han sido repetidas, por miles de millones de veces, en  estos largos dos mil años, por sus extraviados seguidores al predicar las enseñanzas de Jesús y las enseñanzas de su gran maestro humano, Pablo, unidas a las de Jesús como palabras de Dios con igual valor y autoridad celestial. Frases basadas en “sensaciones”, elevadas a la categoría de revelaciones personales, algo también repetido millones de veces por los obedientes y sumisos seguidores del grandioso adalid. Esto nada tiene de palabra de Dios y sí tiene mucho de trampa, de lazo, para hacer que los seguidores hagan  y crean lo mismo, que se basen en sensaciones de momento y crean que es Jesús el que los guía en sus “sensaciones”. Evangelio de sensaciones, evangelio engañoso.) 14 Sin embargo, gracias a Dios que en Cristo siempre nos lleva triunfantes y, por medio de nosotros, esparce por todas partes la fragancia de su conocimiento. 15 Porque para Dios nosotros somos el aroma de Cristo entre los que se salvan y entre los que se pierden. (Si esto lo dijera un ser humano normal, no pretendiendo ser palabras de Dios mismo, no hay problema, ese ser humano piensa que Cristo lo lleva triunfante, aunque eso no se pueda medir ni comprobar. Es una afirmación romántica de su fe en Jesús. Pero esto lo dijo alguien que pretendía que sus palabras son la palabra absoluta, eterna y perfecta de Dios mismo en persona. Ya estas palabras entonces son una herejía, una blasfemia, dicha en nombre de Dios. Estas palabras son la usurpación del trono de las palabras y enseñanzas de Jesús. Y los ingenuos seguidores del grandioso Saulo ni se dan  cuenta.) 16 Para éstos somos olor de muerte que los lleva a la muerte; para aquéllos, olor de vida que los lleva a la vida. ¿Y quién es competente para semejante tarea? (obviamente, vuelve y se da gloria a sí mismo, el grandioso Saulo. Él no dice que es el único competente para esa tarea, pero la respuesta es evidente en las mentes de sus seducidos y esclavizados seguidores. Juega con sus mentes engañadas usurpando el lugar que no le corresponde.) 17 A diferencia de muchos, nosotros no somos de los que trafican con la palabra de Dios. Más bien, hablamos con sinceridad delante de él en Cristo, como enviados de Dios que somos. (Saulo, que es el iniciador de los traficantes de la palabra de Dios, extravía a sus seguidores, acusando a muchos indeterminados traficantes, tratando de borrar así, toda sospecha futura de sus seguidores, en el sentido de que sea el propio Saulo, el más grandioso traficante de la palabra de Dios por los siglos hasta el día del juicio final. Dice que habla con sinceridad, que Dios fue quien lo envió, de nuevo lo dice, como muchas veces dice de sí mismo, y además se reafirma en su falacia, al escribirles que está diciendo estas palabras delante del mismo Cristo. Es el anticristo, mírenlo bien, su máscara es casi perfecta.)