2ª Epístola de Pablo a los corintios
Nueva Versión Internacional (NVI)
Capítulo
4
Tesoros
en vasijas de barro
1 Por esto, ya que por la misericordia de Dios
tenemos este ministerio, no nos
desanimamos. (Como siempre, dele que dele, con
esto de recomendarse a sí mismo. Sin este permanente decir que es envido de
Jesús, nada tendría Saulo y sus seguidores hasta se cuestionarían la supuesta autoridad
celestial de su grandioso líder. Sus seguidores son programados lingüísticamente
para aceptar este falaz ministerio, que en realidad no viene de Jesús. Aquí se
ve cuan fácil se dejan extraviar los ingenuos de la Tierra.) 2 Más bien, hemos renunciado a todo lo
vergonzoso que se hace a escondidas; no actuamos con engaño ni torcemos la
palabra de Dios. (Ja, sigue recomendándose a sí
mismo, y sus ingenuos seguidores no se dan cuenta que es maquillaje, para que
no vean las falacias que les va infiltrando. De verdad que es atrevido y astuto
el grandioso personaje. Cómo osa decir
de sí mismo, que sus palabras son una clara exposición de la verdad. Eso solo
dice de sí mismo, quien desea engañar a otro. O solamente Jesús, que de verdad
sí es Dios, que sus palabras son la palabra de Dios, pudo decir eso de sus
enseñanzas. Pero humanos, abran los ojos, los que puedan, para que vean cuanta soberbia,
cuanto engaño, hay en estas expresiones, que tan inocentes parecen. Cualquier
sabio en las enseñanzas de Jesús, que nos enseñó muy bien, cómo debemos
negarnos a nosotros mismos, obviamente ha aprendido lo falaz, lo inapropiado,
que es hablar de sí mismo, y menos para exaltarse de tan gran manera. Un sabio
entendido en las enseñanzas de Jesús, jamás diría de sí mismo que ha renunciado
a todo lo vergonzoso, que no actúa con engaño, y no tuerce la palabra de Dios.
Eso es obvio que debe hacerse así, pero nunca pregonarse de sí mismo, pues pasa
a ser vana gloria, y de antemano denota propósitos de engañar a los que leen.
Pero los ingenuos no pueden ver, por el tremendo velo que les ha tejido el
grandioso Saulo delante de sus mentes, justamente con esas resbaladizas y
serpenteantes palabras.) Al contrario, mediante la clara exposición
de la verdad, nos recomendamos a toda conciencia humana en la presencia de
Dios. (Es él el que dice que su exposición es la
verdad, pero eso no lo hace verdadero, ese es su juego de falacia constante. Es,
también verdad, que el grandioso Saulo necesita recomendarse a las conciencias
humanas, para que estas crean que sus enseñanzas son de Dios. Y a su vez,
ellos, ingenuos extraviados, las recomienden a otras conciencias humanas. Así
es cómo funciona, el que una falacia se convierta, para muchos, en supuesta
verdad. Se ha dado el engaño, la seducción a las naciones, por recomendación de
la supuesta divinidad de las enseñanzas de Saulo, de unos ingenuos a otros ingenuos,
a través de los siglos. Tan bien tejida está la red de falacias, que ha
cumplido su misión extraviadora de desprevenidos, durante dos mil largos años.)
3 Pero si nuestro evangelio está encubierto, lo está para los que se pierden. 4
El dios de este mundo ha cegado la mente de estos incrédulos, para que no vean
la luz del glorioso evangelio de Cristo, el cual es la imagen de Dios. (Aquí, el mismo Saulo, desvía a sus seguidores para que
no entiendan que precisamente él, Saulo, es el que les impide, con sus
falacias, ver la luz del glorioso evangelio de Cristo.) 5 No nos
predicamos a nosotros mismos sino a Jesucristo como Señor; nosotros no somos
más que servidores de ustedes por causa de Jesús. (Esto
es falso, puesto que en todas sus cartas, Saulo se dedica a predicarse a sí
mismo, una y otra vez, sin cesar. Aunque diga que no se predica a sí mismo, es
evidente cuanto lo hace. No es una, ni diez veces, que se predica a sí mismo, y da testimonio abusivo de sí mismo, sino
cientos de veces, en sus cartas. Están plagadas del testimonio de Saulo,
plagadas de anunciar a Saulo, plagadas de que deben seguir a Saulo.) 6
Porque Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas, hizo
brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que
resplandece en el rostro de Cristo. (Aquí, el
mismo Saulo, de frente, dando un testimonio de sí mismo, cuya veracidad nadie
puede comprobar, pretende que sus seguidores acepten, que ven la luz de Cristo,
al ver a Saulo. Nada más y nada menos que esto. Que acepten que al verlo a él,
ven a Cristo, reflejado en él, ven a Cristo mismo, en las enseñanzas humanas
del gran Saulo. Este es el grandioso ministerio del usurpador, del seductor de
las naciones, del grandioso anticristo. No es un personaje pequeño, es, nada
más y nada menos, que el verdadero antagonista de Jesús de Nazaret. Es el
número dos de la historia humana, igual que su padre el diablo es el número dos
del reino de los Cielos, mientras llega el día del juicio de Dios sobre las
naciones. Es todo un grandioso, seductor y fascinante personaje, probador de
todos los cristianos.)
7 Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para
que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros. 8 Nos vemos
atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; 9
perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos. 10
Dondequiera que vamos, siempre llevamos en nuestro cuerpo la muerte de Jesús,
para que también su vida se manifieste en nuestro cuerpo. 11 Pues a nosotros, los que vivimos, siempre
se nos entrega a la muerte por causa de Jesús, para que también su vida se
manifieste en nuestro cuerpo mortal. 12 Así que la muerte actúa en nosotros, y
en ustedes la vida. (Ahora el astuto Saulo, el
lobo romano Saulo, se hace la víctima, se hace el sufrido, mejor dicho, se les
hace el perro muerto, se hace como si fuera muy débil y a la vez fuerte, porque
supuestamente Cristo vive en él. Con argumentos sensibleros, que como siempre,
nadie puede comprobar su veracidad, atrae a sus ingenuos seguidores. Se hace el
muy humano, el muy vasija de barro, todo lo que se ha inventado este zorro, con
tal que sus ingenuos seguidores le crean, que sus enseñanzas son palabra de
Dios, nada más y nada menos. Y lo ha conseguido, ha seducido a miles de millones de incautos, de ingenuos,
por miles de años.)
13 Escrito está: «Creí, y por eso hablé.» Con ese
mismo espíritu de fe también nosotros creemos, y por eso hablamos. 14 Pues
sabemos que aquel que resucitó al Señor Jesús nos resucitará también a nosotros
con él y nos llevará junto con ustedes a su presencia. 15 Todo esto es por el
bien de ustedes, para que la gracia que está alcanzando a más y más personas
haga abundar la acción de gracias para la gloria de Dios. (Los induce a creer en sus enseñanzas, con comandos lingüísticos
como ese de que “creí y por eso hablé”.
Es muy tramador. Es fascinante, cómo
urdió tantos engaños, solo con palabras vacías, que nadie puede comprobar. Como
estaban dispuestas las multitudes, a seguir a cualquiera que les tocara las
fibras sensibles de sus almas. Cuánta razón tienen cada día, las palabras de
Jesús, que advirtió que los cristianos, por miles de millones, se
extraviarían en pos de palabras de
hombres. Aquí Saulo les hace creer, nada más y nada menos, que el día del
juicio final, el último día de la humanidad, Jesús mismo en persona, lo va a
llevar a él, a Saulo, al Cielo, y con Saulo, va a llevar a sus ingenuos
seguidores. Tremendo traficante de la fe en Jesús. Nada tiene de raro que la
iglesia de la gran Babilonia, la iglesia
que sigue las enseñanzas de este payaso, enmascarado y macabro, tenga tantos
problemas de honestidad y de virtud hoy en día.)
16 Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario,
aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras
día. 17 Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen
una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento. 18 Así que no
nos fijamos en lo visible sino en lo invisible, ya que lo que se ve es
pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno.
(Saulo, descaradamente, se roba los sufrimientos de Cristo, con argumentos tan sensibleros,
que casi hace llorar a sus lectores, logra que se solidaricen con él, a través
de simples palabras que nadie puede comprobar. Es el maestro de todos los
mercaderes de la fe. Les vende unos declarados sufrimientos ligeros y efímeros,
como si fueran los mismos sufrimientos de Cristo, y les dice que son válidos
para una gloria eterna. Obviamente solo son palabras vacías, como el viento,
pero son las palabras que sí hacen efecto en los oídos de sus ingenuos
seguidores. Que consumado y grandioso
artista del engaño fue enviado para poner a prueba a todos los cristianos. Los seguidores
de tremendo embaucador, creen que esos supuestos sufrimientos de Saulo, nada
tienen de diferente a los sufrimientos de Cristo.)